Archivo XI

Id de archivo: 0011

Título: [Lo que le pasó a Tino]

Grabó: Diego Angello Gutiérrez Alvarado

Año: 2023

Región: Cdad. Juárez, Chihuahua

Espacios de aprendizaje: Experiencia personal, anécdota.

Nombre de la persona que da la voz: Julio Cesar Vázquez

Notas/Caracterización: El objetivo de esta investigación fue encontrar narraciones orales personales y/o comunitarias, recopilarlas y clasificarlas según el género literario oral en el que se enmarquen. El trabajo de campo se realizó entre los meses de noviembre y diciembre del 2023 en regiones concretas del centro, este, norte, y sureste de México.

Una vez recogido, se decidió clasificar el material por región geográfica con la finalidad de tener un mosaico más o menos variado de las narraciones, con la intención de crear en un futuro un mapa de literatura oral. Por tratarse de un corpus pequeño, de momento, se tomó la decisión de crear un identificador muy sencillo para los archivos de audio, así como para las transcripciones, mismas que se reproducen aquí.

En este caso estamos frente a una narración un tanto ambigua en su clasificación, y que en primera instancia podría no tener cabida en tanto los estándares de recopilación que nos hemos marcado, sin embargo, es un ejemplo interesante para conocer los mecanismos narrativos presentes en la oralidad, muy distinto a la narración escrita. Del mismo modo nos sirve para identificar cómo otros elementos de la tradición oral se suscriben entre sí, en este caso un refrán popular en una anécdota personal.

Transcripción:

¿Qué tal?... Ehhh… Esta otra anécdota que voy a comentarles también se suscitó ahí en Juan Diaz Covarrubias, Veracruz. Ahí teníamos, pues este, éramos 5 primos… este… entre ellos mi hermano, también, y este y dos amiguitos vecinos, que siempre nos frecuentábamos todos para irnos al río a… este, a nadar, irnos río arriba, irnos río abajo, pero río abajo había una presa, en esa presa pues tenía su andador, este.. ahí, pus, ahí pasaba la gente, y, pero la presa ustedes saben que la presa es, es alta y en la parte es, es, es la corriente cae y cae toda el agua sobre, sobre, este, rocas y todo eso, entonces pus estaba muy bonita esa presa, ahí, este, mucha gente pescaba también, pero nosotros teníamos la costumbre de irnos a tirar de clavaditos allí al río y dejar que nos llevara la corriente y este, y dejar que nos llevara, entonces bajo esa presa siempre había un muro de contención, ahí nosotros llegábamos a ese, a esa parte de la corriente que nos llevaba, ahí dejábamos chocar nuestros pies con ese murito y otra vez nos impulsábamos para que nos, no nos llevara la corriente y así jugábamos, o sea jugábamos al peligro siempre, como niños que no mediamos el peligro, y lo hacíamos siempre, siempre lo haciamos y mucha gente nos decía, chamacos este, se van a venir matando ahí, se los va a llevar la corriente, por favor, entiendan, no entendiamos razones, no entendiamos razones, entonces tanto y tanto lo hacíamos que un día, un día, todos estando arriba en, en el andador de la presa nos dimos cuenta que nos faltaba uno y era Tino, todos decíamos ¿dónde está Tino? y ahí Tino y Tino y lo empezamos a buscar, cuando nos dimos cuenta ahí su manita estaba agarrado del, del andador, se lo, no le atinó al, al, al muro de contención y se le fueron sus piececitos, se lo llevó la corriente, pero alcanzó agarrarse del andador, entonces, yo al ver su, su mano fui corriendo y la agarré su brazo para poderlo sacar, pero yo no podía porque estaba, este, la corriente era tan fuerte que yo no podía sacarlo, entonces yo le grité a mi primo, uno de mis primos, vengan, vengan a ayudarme y llegó uno de ellos y, y, este, y Tino pues no, no tenía el otro bracito, no lo tenía afuera, lo tenía dentro del agua y le decía dame tu brazo, dame tu brazo para que yo te pueda sacar con Julio y no, no, no, no, no, no, no quiero, no te voy a dar mi mano, Tino, apurate Tino, te va a llevar la corriente, no, no, no quiero, y yo le decía Tino, Tino ya me estoy cansando y yo sentía que me cansaba y él sabía que yo ya me estaba cansando, en ese momento y se me estaba ya soltando, yo no aguantaba yo la, la, la fuerza del agua, entonces, este, él no quería, decía no, no, no, es que, es que si le doy mi mano se me va a ir mi trusa, se me va a ir mi trusa, decía él y mi primo le decía, pues deja la trusa Tino, si no te vas a matar y ya quiso o no quiso, pues,  tuvo que soltar la trusa y darle el brazo a mi primo y lo sacamos, encueradito lo sacamos y todos nos empezamos a reír de él, ¿’eda’? en ese momento pues él empezó a llorar ¿verdad? decía mi trusa, se me fue mi trusa, lloraba con un sentimiento por su trusa, entonces, pues, ya yo le dije a uno de mis primos chicos le decía yo, pues, sacate tu short ahí quédate en trusa y dale el short para que él se tape y sí se lo dio, pero, pus ustedes saben que, este, pueblo chico, infierno grande, o sea todo mundo se entera de lo que acontece ahí y la  mamá de Tino se enteró de que él había estado ahí, se le había ido su trusa y por poco, pues, se cae en la presa y se iba a matar o a lastimar y pues la señora como típica de rancho que no, pues no, no, no, no voy a corretearlo solito va a llegar a la casa, va a quedar dormido y ya lo voy a agarrar y sí, dos, tres de la mañana nada más se escuchaban los latigazos que le daban al Tino y los gritos que pegaba y la señora le gritaba pudiste haberte matado y ahora perdiste tu trusa, ni que tuvieras tantas y que no sé qué, bueno y nosotros ahí todos cuchicheando ah, ya le están pegando a Tino y decíamos no pues cállate porque si no se levanta mi abuelo nos da a nosotros, ah, por también por tremendos, entonces esa es una de las cuestiones, ¿’eda’? y yo me acuerdo de esa anécdota y ya, ya de grandes yo me acuerdo que visité el pueblo de mi abuelo, Juan Díaz Covarrubias, fui a visitarlo y, este, y me encontré a Faustino me lo encontré, ya casado, con dos niños, su esposa y lo empecé a vacilar, le digo Tino, sí te acuerdas de la trusa, ya se empezó a reír nada más y, y la señora, su esposa no la sabía y ya le conté ¿verda’? y cómo se reía la señora porque el Tino a cierta edad de pequeñito había perdido su trusa y le habían dado su buena friega, pero bueno, son cosas, anécdotas que, que vivimos, que gracias a Dios no fueron desgracias, ¿verdad? Eh, simplemente fueron a anécdotas que conviví con esos, esos, este, primos y esos vecinitos y pues no los he vuelto a ver y lo único que me queda es recordar todo eso, todas las vivencias tan bonitas que pasamos como niños. Eso es todo lo que les puedo contar de esta anécdota, gracias.

Audio: 

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